martes, 26 de mayo de 2015

PRODUCTOS NATURALES ALUCINÓGENOS. COSTUMBRES, USOS y EFECTOS.
Autores: C. Susana Albornoz P. de Ponce de León; Graciela L. Sacur; Silvana L. Argüello; Syra R. Elías. Cátedra de Toxicología, Facultad de Bioquímica, Química y Farmacia, Universidad Nacional de Tucumán - San Lorenzo 456. C.P. 4000 - San Miguel de Tucumán, Argentina.Tel.0054-381-4311044. E-mail: suaponce@ciudad.com.ar; gralisa@fbqf.unt.edu.ar; Resumen Por costumbres milenarias el hombre ha transmitido de generación en generación desde la antigüedad el conocimiento de plantas con potencial alucinógeno. Muchas comunidades las han empleado en ceremoniales curativas, místicas o sagradas, a diferencia del uso contemporáneo para una “placentera evasión de la realidad”, que muchas veces alcanza consecuencias trágicas. El uso de las plantas alucinógenas ha formado parte de la experiencia humana, influyendo tanto en la formación de pueblos primitivos como parte importante de ritos religiosos constituyéndose elementos de veneración por tradiciones y modos de vida ancestrales. El estudio científico de estas plantas alucinógenas, que en su mayoría no causan dependencia pero que se asocian el uso de otras sustancias capaces de producirla, indican que se han usado por su capacidad de “expandir la mente”, para alcanzar experiencias místicas, o simplemente para lograr una fascinante aventura hedonista. Según Hoffes y Osmond, los alucinógenos son sustancias químicas que en dosis no tóxicas producen cambios en la percepción, en el pensamiento y en el estado de animo, pero casi nunca producen confusión mental, perdida de la memoria o desorientación en la persona, ni de espacio ni de tiempo. Este cambio en la percepción de la realidad se traduce en un cambio de la conciencia sin perdida de la misma. Aunque también pueden provocar despersonalizaciones. El uso de los alucinógenos se remonta a la prehistoria. Culturas primitivas utilizaban estas plantas que les permitían al sacerdote, brujo, o curandero, y también al individuo receptor de la terapéutica, una comunicación con el mundo espiritual; por aquellas épocas fueron considerados como grandes médicos y se los alucinógenos convirtieron en la base de muchas prácticas medicas en casi todas las sociedades aborígenes, y aún en culturas avanzadas. Estas plantas son verdaderas fabricas químicas naturales, cuyos productos son complejos químicos que pueden provocar alucinaciones (táctiles, visuales, auditivas, etc.) o causar psicosis artificiales.
1. Objetivos Desde la disciplina Toxicología se realizado una revisión sobre los antecedentes del uso de principios activos de plantas alucinógenas, sobre todo en América y en nuestro país, con el propósito de difundir los conocimientos sobre los efectos adversos y tóxicos de muchas de ellas, basados generalmente en su estructura químico-biológica, para contribuir de este modo a la prevención de intoxicaciones que suelen provocar efectos irreversibles y hasta incompatibles con la vida misma del usuario.
 2. El efecto alucinógeno como aventura hedonística fascinante. Desde siempre el hombre ha buscado en lo misterioso, en lo sobrenatural, la solución de sus problemas, el bienestar, la euforia, la fortaleza, la virilidad. El uso de los alucinógenos se remonta a la prehistoria; el hombre primitivo, en su etapa de experimentación al relacionarse con la naturaleza fue conociendo los efectos benéficos y perniciosos de los constituyentes de lo reinos animal, vegetal y mineral. Descubrieron así que muchas de las plantas permitían al hombre comunicarse con el mundo espiritual. Estas prácticas les estaba reservada a los sacerdotes, brujos, hechiceros y/o curanderos de las comunidades primitivas y aborígenes, y se las practicaba en rituales colectivos o privados. Así los “sanadores” fueron ganando la consideración de grandes médicos y las sustancias alucinógenas se convirtieron en la base de muchas prácticas médicas en casi todas las sociedades aborígenes, y aún en algunas culturas avanzadas. Por costumbres milenarias se ha transmitido de generación en generación el conocimiento de plantas con potencial alucinógeno. Muchas comunidades étnicas han empleado sustancias alucinógenas vegetales en ceremoniales místicos, religiosos, curativos, estando reservado su uso solamente al jefe espiritual de las tribus o comunidades –sacerdotes, curanderos, hechiceros o brujos- en ritos considerados sagrados, para conseguir un estado de “trance”, constituyéndose elementos de veneración por tradiciones y modos de vida ancestrales. Existe consenso para reconocer a las plantas psicodélicas (del griego psiké y deloun, que significa manifestación de la mente, el espíritu o el alma) como llaves mágicas que nos ponen en contacto con el mundo espiritual. Psicológicamente se diría que estas plantas ofrecen la posibilidad de acceder al mundo del inconsciente. Antropológicamente se afirma que estos vegetales abren una puerta para experimentar lo sagrado y maravilloso que hay en la naturaleza.

La conciencia humana, ha ido moldeando y desarrollando la cultura en diversas áreas y se ha ido moldeando y desarrollando así misma, hasta alcanzar grados sorprendentes que hoy podemos distinguir. Diversas culturas en el mundo, han elaborado y desarrollado, complejos saberes y técnicas, sobre el manejo de nuestra conciencia, empleando sustancias vegetales (como la Ayahuasca en la Amazonía) y sofisticadas técnicas del éxtasis como la repetición de mantras, ritmos de respiración, danzas, música e Icaros. Para la Psicología, el trance extático es una salida del ego fuera de sus límites ordinarios. Es un proceso mental, que desemboca en un estado cognitivo alternativo, máxima manifestación de la unión con su divinidad o con el mundo animista culturalmente definido. En los últimos siglos cambia el patrón de consumo y su uso se expande hacia distintos sectores comunitarios con fines místicos, recreativos, para aumentar el rendimiento laboral, sexual, bélicos, etc., siendo actualmente los jóvenes los principales usuarios de estos alucinógenos. En los años ’60 el consumo comenzó a tener una mayor repercusión. Antropólogos o estudios en el tema, artistas y comunidades “hippies”, deseosos de experimentar la alteración mental que esas sustancias provocan, ingerían con frecuencia alucinógenos, que muchas veces llevaron a alteraciones psíquicas y físicas permanentes. Esta reconceptualización del uso de estos vegetales coincidió con la introducción de una droga con gran potencial de aplicación como alucinógeno: el LSD. Relata un usuario de ácido lisérgico (LSD) .... “produce una embriaguez durante la cual la cara de una persona se convierte cada vez más en una caricatura fosforescente azulada violeta, y se agranda o reduce como si mirara a través de un teleobjetivo, modificándose las proporciones de forma absurda y los movimientos grotescos. La diabólica criatura se siente como algo amenazante”... Las distorsiones de la realidad aparecen también en los sentidos del oído y del olfato: .....”determinados tonos se viven como si fueran vigas flotantes y las impresiones ópticas como un olor. Uno se ve a si mismo desde el exterior y enjuicia su estado. Se difuminan las fronteras entre el yo y el medio ambiente. Se instaura una sensación suprema entre “ser uno, ser los demás y el cosmos”. El tiempo se para, no existe el antes o después. Se ven objetos que no existen y experiencias imposibles de aclarar”..... Bajo la influencia de los alucinógenos, los usuarios perciben el “bombardeo” de una enorme cantidad de estímulos visuales, auditivos y táctiles que provienen del medio que los rodea. Por este motivo se habla de que el LSD provoca un efecto amplificador de la conciencia. Así en un mismo momento histórico, un mismo tipo de sustancias fue consumido por grupo etnoculturales en contextos rituales tradicionales y por grupos de jóvenes que proponían un nuevo modelo de cultura o que se constituían en una subcultura en el mundo occidental de las últimas décadas del siglo XX.

 El uso contemporáneo concibe a los alucinógenos como una “placentera evasión de la realidad”, modalidad que algunas veces ha alcanzado consecuencias trágicas. Para algunos estudiosos, la utilización de alucinógenos representa un fin instrumental, a través del cual modifican una situación o algo en la naturaleza. Para otros se trata de la búsqueda de una reflexión del estado interior que se proyecta hacia el exterior. Para el investigador Castaneda, es una manera de aprender lo que está más allá de lo cotidiano y hacia lo cual la cultura occidental ha elevado obstáculos que no existen para las culturas primitivas. Las prácticas grupales se mantienen, y los miembros de cada grupo consumidor se manejan con códigos dialécticos, de modalidad de uso, comportamentales, que signan su pertenencia al sector de usuarios de cada sustancia. 3. Influencia en el sistema nervioso central. Los efectos alucinógenos -en farmacología se utiliza indistintamente los términos alucinógenos, psicomiméticos, psicodislépticos o psicodélicos- se deben a la acción que ejercen los principios activos sobre el Sistema Nervioso Central (SNC). Se define alucinación a la percepción sensorial sin fundamento en el mundo exterior; mientras que ilusión es la interpretación falsa de una imagen sensitiva real. Los principios psicotomiméticos provocan alteraciones mentales y psíquicas diferentes a las normales, con distorsiones ilusorias –alucinaciones-, en variable intensidad. Las vivencias pueden tener carácter de ensueño y la transformación de las vivencias emocionales o racionales parece inadecuada al observador. A los trastornos sensoperceptivos (alucinaciones visuales, auditivas, táctiles, olfativas, gustativas, temporoespaciales), a medida que el principio activo desaparece de la sangre por la que circula, le sigue un estado de gran cansancio, sensación de gran vergüenza y un vacío rebajante. Los principios activos de los alucinógenos se absorben bien en el organismo por cualquier vía, siendo habitual la vía oral y la inhalatoria.

Se biotransforman a nivel hepático y se eliminan generalmente por la orina del consumidor. Si bien del total ingerido sólo una pequeña cantidad alcanza el cerebro, por ser compuestos potentes bastan dosis muy bajas para producir síntomas psicodislépticos. En el Sistema Nervioso Periférico algunos alucinógenos actúan como antagonistas serotoninérgicos, y en el SNC como agonista parcial de receptores 5-HT2, tanto pre como postsinápticos, mimetizando efectos propios de los sistemas serotonérgicos centrales e inhibiendo la activación de neuronas serotonérgicas de los núcleos del rafe a través del estímulo de autorreceptores. El LSD activa también receptores dopaminérgicos. Estas acciones ocasionan un desequilibrio funcional a diversos niveles cerebrales como áreas corticales y sistema límbico entr otros, contribuyendo a distorsionar su acción integradora. Al analizar el comportamiento de búsqueda de sustancias alucinógenas los investigadores consideran que se tratan de algo específico del ser humano, en quien los alucinógenos tienen un efecto de ampliación de la sociabilidad además de alucinaciones. El contenido de estas distorsiones de la realidad y alucinaciones puede ser riesgosas, y en ocasiones el individuo se encuentra motivado para llevar a cabo actos agresivos o el suicidio. Existen divergencias tanto en la dosis necesaria para producir efectos en el ser humano entre los distintos alucinógenos –la dosis de mescalina es 25 veces superior en miligramos a la de la psilocibina para producir los mismos efectos-, y en el tiempo de inicio y de duración de los mismos . Así la psilocibina actúa entre los 20 a 30 minutos y sus efectos permanecen entre 5 a 6 hs, mientras que LSD demora entre 30 a 60 minutos en producir los efectos y son percibibles hasta 9 a 10 horas o más, y la mescalina actúa luego de 2 a 3 horas después del consumo y permanecen más de 12 horas. Los peligros potenciales de la utilización de alucinógenos derivan de factores psíquicos, pudiendo presentarse ansiedad intensa, pánico, reacciones depresivas o paranoides, cambios en el estado de ánimo, confusión e incapacidad de distinguir entre la realidad y la fantasía, deterioro de la motivación normal hacia el trabajo, el estudio o cualquier actividad productiva y reacciones psicóticas que pueden ser prolongadas. Loe efectos de la droga se pueden percibir aún después de transcurrido un tiempo prolongado sin que se la hayan administrado, especialmente cuando existe alguna conexión entre su situación actual y la que se encontraban cuando consumieron la sustancia, o cuando padecen un estado de ansiedad. Otro peligro proviene de que los efectos dependen del estado emocional o psíquico del usuario. Todos los alucinógenos pueden provocar consecuencias fatales, pero no son muchos los casos de muerte porque existe un rango de concentraciones amplio entre la dosis que causa los efectos deseados por el consumidor y la dosis letal. 4. Especies vegetales alucinógenas de la región Entre las especies vegetales conocidas, cuyos principios activos -en su mayoría alcaloides, amidas, aminas- producen efectos psicotrópicos y alucinógenos, podemos mencionar especialmente setas, cactus, y otras que se describen a continuación. A. Hongos A.

1. PSILOCYBE CUBENSIS 
(Cucumelo) El Cucumelo -nombre popular- ya era conocido en la América precolombina y en Méjico, antes de la llegada de los primeros españoles. Los mayas lo llamaban Teonanacátl que significaba “hongo sagrado”. Su uso fue muy difundido en las culturas precolombinas, sobre todo en ceremonias religiosas y otros rituales que permitían a la persona experimentar otra realidad, conectándose de esta manera con la divinidad. El éxtasis chamánico proporcionaba una puerta de acceso hacia otras realidades situadas en lugares mas allá del mundo físico que conocemos, generando fuertes vivencias en las que se disolvían los limites de la conciencia y transportaba al individuo a un status donde podía estar con sus divinidades. Es un hongo cuyo sombrero mide entre 1-1.5 cm. de altura; cónico con un mamelón característico, es viscoso en tiempo húmedo y tostado pálido, y al secarse se observa tostado cremoso pálido. Presenta un pie de 3.5-5 cm. de altura, 2 mm de grosor; más pálido que el sombrero, en ocasiones con base azulada. Láminas: Adnatas o anexas, ascendentes, negras, con margen blanco. Esporada: Colores que van de pardo a púrpura a casi negro. Hábitat: crece en prados, campos, pastizales, y en una gran variedad de estiércoles. En otoño es más común. De fácil identificación por la forma característica del sombrero. El principio activo de los hongos es la psilocibina un alcaloide que se transforma en el cerebro mediante hidrólisis en psilocina, encontrada también en pequeñas cantidades en el hongo. Estos principios activos están en estrecha relación con el neurotransmisor humano, serotonina (5- hidroxitriptamina), y poseen una estructura molecular prácticamente idéntica. La psilocibina compite en eficacia con la serotonina en su unión con las localizaciones sinápticas. No se conoce cantidad letal para los humanos, ni hay antecedentes de intoxicación aguda. La psilocibina produce un efecto de despersonalización mayor que el LSD. Suele describir cuadros de percepción suprasensorial. Estudios psicométricos demuestran que la psilocibina provoca modificaciones en la afectividad, estimulando la memoria afectiva, provocando inhibición y extroversión, facilitando la expresión de los sentimientos; tiene un efecto profundamente catalítico del impulso lingüístico. La psilocibina posee una acción antiserotonínica bien marcada, muy parecida a la del LSD. Se necesitan dosis superiores a los 0.8 gramos para que los efectos sean apreciables. No se han descrito fenómenos de dependencia psicofísica. A.

2. AMANITA MUSCARIA 
Es un hongo cuyo sombrero alcanza más de 15cm. diámetro, convexo, extendido o ligeramente deprimido, escarlata, ornamentado con verrugas blancas dispersas. Con la edad las verrugas desaparecen gradualmente y pueden faltar completamente. El color del sombrero a menudo se decolora hasta el rojo anaranjado. El pie blanco o amarillo pálido en la parte superior, cilíndrico y brillante con una base ligeramente engrosada, coronadas por una serie de bandas concéntricas de escamas blancas puede llegar a 20 cm. de altura, 3 cm. de grosor,. Presenta un anillo cerca del ápice del pie, de blanco a amarillento muy pálido, y láminas blancas la mayoría libres. Hábitat: Bajo abedules, pinos y otros árboles. Crece en Otoño. Es un hongo muy común. El principio activo de la A. muscaria la muscarina, es un alcaloide responsable de la salivación, lagrimeo, cefaleas, miosis, alteraciones visuales y principalmente de provocar alteraciones gastrointestinales como náuseas y vómitos (vómitos muscarínicos) acompañados de somnolencia, pero no es el responsable del poder alucinógeno. En los años 60 se descubrió que el principio activo responsable de estos efectos son el ácido iboténico y el muscimol. El contenido de ácido iboténico en las Amanitas es muy elevado, y van desde 0.03% al 0,1%. Al desecarse el hongo, el ácido iboténico se convierte por descarboxilación en muscimol, que es más estable, más potente al nivel de psicoactividad, y que en el hongo fresco se encuentra en proporciones más reducidas. Después de la ingestión oral, el ácido iboténico se transforma en muscimol, y buena parte se excreta inalterado a través de la orina. Por esta vía solo se excreta el muscimol, no así la muscarina, que se metaboliza en el organismo. Al descubrir la eliminación de la sustancia activa por vías urinarias, algunas culturas optaron por beber las orinas propias o ajenas de quién había ingerido amanita obteniendo los mismos efectos alucinógenos, pero obviando los efectos indeseables de la muscarina. El ácido iboténico produce efectos psicodélicos en el hombre a una dosis de entre 50 y 100 mg. y con 10-15 mg de muscimol. Los elementos psicoactivos se encuentran en todo el hongo pero la mayor concentración está en el sombrero (debajo de la piel roja). Los primeros síntomas tras su ingestión, se centran en problemas digestivos, vómitos violentos y diarreas, paso previo a la reacción alucinógena y que, según la dosis, acaban con un sueño profundo y con una nueva serie de problemas gástricos cada vez más agudos y violentos. Este hongo produce un delirio agresivo y temerario. Su poder tóxico, sin embargo, no es siempre el mismo y en ocasiones falta por completo. Origina envenenamientos muy graves, aunque no mortales. Los efectos después de la ingestión del hongo (o de un té del hongo) empiezan al cabo de una hora, llegando a un máximo a las 2-3 horas, pudiendo durar alrededor de 3 a 4 horas. Se manifiestan con pérdida del equilibrio (dificultad leve para caminar), percepción visual y auditiva alterada, mareos, náuseas, salivación excesiva, espasmos musculares moderados. Muchas personas que han estudiado este hongo desde el aspecto enteogénico han propuesto la hipótesis de que el hongo se encontraba en la base del origen de las religiones especialmente en el hinduismo y también al mazdeísmo, y entre las creencias de los persas iranios, en cuya literatura también aparece una planta llamada haoma, de características similares. También en el catolicismo existen dos referencias que sugieren el uso de la A. muscaria, en el principio del Libro del Génesis como el Árbol del Conocimiento, el árbol que origina el drama humano. En ambas aparecen Adán y Eva, con la correspondiente serpiente merodeando al derredor, junto a un árbol cuya copa y ramas tienen la forma característica de un hongo, de color rojizo y moteado con puntos blancos. En el cuento de “Alicia en el país de las maravillas”, de Lewis Carroll, el libro que más popular ha hecho esta relación simbiótica entre el mundo de los hongos y el mundo mágico de los personajes que viven en el mundo invisible de los bosques encantados, Alicia, su protagonista, ingiere pedacitos de un hongo que lleva en su bolsillo para disminuir de tamaño e introducirse en el mundo fantástico de unas ingeniosas criaturas con las que mantiene los diálogos más desconcertantes de la literatura europea. Y ciertamente, uno de los efectos psíquicos de la experiencia de la A. muscaria es la micropsia y la macropsia, o sea, el verse a sí mismo y a los objetos que le rodean a uno disminuir o crecer de tamaño de forma desmesurada. A.

3. CLAVICEPS PURPÚREA
 Su nombre popular es “cornezuelo del centeno”, es la base del LSD. Es un hongo negrovioláceo, que parasita gramíneas (centeno, la cebada y el trigo) además del pasto silvestre y la cizaña. Posee una inusual complejidad química. El cornezuelo se reproduce durante la primavera, pero cuando llega el verano, con la sequedad, los micelios forman unas pequeñas masas alargadas, duras y negras, son los cornezuelos, los cuales resisten todo el invierno. Cuando llega la primavera los cornezuelos germinan y se esparcen. El cornezuelo contiene una mezcla de alcaloides, extremadamente variables de acuerdo con las condiciones geográficas. La ergovina y la lisergida (dietilamida del ácido lisérgico) son muy visionarios -alucinógenos- y de escasa toxicidad; otros alcaloides que posee como la ergotamina y la ergotoxina constituyen venenos mortales. En la Edad Media, este hongo produjo verdaderos estragos entre la población, pues en ocasiones, las harinas con las que se confeccionaban los panes iban infectadas por el cornezuelo. Dicho hongo afectaba a los miembros – especialmente los inferiores- y al cerebro, produciendo trastornos mentales. De ahí la explicación de los “bailes de alucinados” y las turbias procesiones de gente "endemoniada y poseída" durante la Edad Media. También podría explicar las “apariciones de brujas y fantasmas” en las regiones del norte de España, y amputaciones de miembros gangrenados -enfermedad que producen los venenos del Cornezuelo del Centeno, en especial la ergotamina-. Luego de la administración oral, es fácilmente absorbido a través de la mucosa gastrointestinal. Se fijan en las proteínas de la sangre y se distribuyen en los tejidos corporales detectándose en concentraciones altas en pulmón, hígado, riñón y cerebro. Atraviesa las barreras anatómica y en cerebro se localiza en las glándulas pituitaria y pineal y en el sistema límbico. Cada individuo tiene su propio margen de tolerancia y respuesta a cualquier droga. En casos de intoxicación, minutos después de la ingestión y hasta las dos horas, se presentan síntomas desagradables que pueden incluir náuseas, vómitos, cefaleas, escalofríos, hormigueo, sudoración, midriasis, temblores y sequedad en la boca. Cambio de conducta con modificación del estado de ánimo que se manifiesta por risa o llanto incontrolable –en relación con la situación en que se encuentre el consumidor y el ambiente que lo rodea-, puede aparecer agresividad o aislamiento que impida la comunicación, y con frecuencia los usuarios adquieren posturas poco frecuentes. Entre 2 a 3 horas después del consumo aparecen alucinaciones y se deterioran los procesos intelectuales, observándose confusión, dificultades en el razonamiento, aunque otras funciones permanecen inalteradas, por ejemplo la memoria o la habilidad para desarrollar operaciones aritméticas se presentan deterioradas pero incrementada la creatividad en relación a las artes plásticas o a la poesía. Puede aparecer paranoia y estado de pánico como consecuencia de la alteración mental en que se encuentra. Entre los signos físicos de la intoxicación aguda aparece estado febril sin asociación con infecciones u otras enfermedades, midriasis marcada, bradicardia y salivación excesiva. Concentraciones mayores pueden producir convulsiones similares a las epilépticas con movimientos descontrolados, pérdida de la conciencia y relajación de esfínteres urinarios. B. Cactus B.

1. CACTUS CON MESCALINA
La mescalina es un alcaloide de alta potencia que se encuentra naturalmente en algunos cactus de América. Los más conocidos por la cantidad de mescalina que contienen son el Peyote (Lophophora williamsii) originario de México y parte de EE.UU.; San Pedro (T. Pachanoi) en Perú y Bolivia, y la Antorcha Peruana (T. Peruvianus), además de otros cactus que crecen en la zona andina de Chile y Argentina. La mescalina produce alteraciones en las funciones mentales que dependen de los antecedentes socio-culturales y psicológicos del individuo. Los estados pueden variar presentando visiones de animales mitológicos, formas geométricas coloreadas, y en un mismo sujeto parecen estar condicionadas a lo que el sujeto pensaba antes de la intoxicación. Entre los consumidores indígenas se presentan estados de terror y a veces euforia incontrolable. Si bien se considera que la mescalina no causa dependencia muy notable, el consumo crónico origina tolerancia en cuanto a las alucinaciones, por lo cual con una misma dosis se obtienen menores efectos, indicando un proceso de acostumbramiento en el organismo del consumidor.

 B. 1. 1. LOPHOPHORA WILLIAMSII 
(Peyote) El peyote se presenta en conjuntos al abrigo de arbustos o plantas con púas que lo protejen de las heladas y de depredadores. Es un cacto verde grisáceo pequeño, con raíces en forma de cono que se hunden profundamente en la tierra. De crecimiento muy lento, se requieren más de 15 años para llegar a la madurez. Tiene un diámetro de 2 a 15 cm. El peyote puede tener entre 5 y 13 meristemas (“estrellas”). Sus flores, blancas con una aureola rosada, miden cerca de 2,5 cm. Se recoge antes del tiempo de lluvias que antecede a la floración cortándose al ras del suelo (para que de la raíz brote una nueva cabeza). Cuando se seca, se encoge y adquiere un color gris oscuro, entonces se le conoce como "botón de peyote". Usos: el cactus se come crudo, seco, en pasta o se bebe en infusión. El Peyote se usa en América desde hace 2000 años. Los conquistadores españoles no veían bien el uso de plantas enteógenas por los aborígenes y los sacerdotes católicos declararon en 1620 que el uso del peyote tenía que ver con el diablo, y los cristianos recibieron la prohibición que aún persiste, de usarlo. Un manual religioso escrito en 1760 presenta las siguientes preguntas para el feligrés que se va a confesar: ¿Ha comido usted peyote? ¿Alguna vez ha matado a alguien? ¿Cuantas veces ha matado? ¿Ha comido la carne de un hombre? De sus varios alcaloides la mescalina es el principal responsable de los efectos alucinógenos. Su principio activo se ha sintetizado, y se expende en forma de cápsulas o pastillas. Es una droga extremadamente diurética y por su estructura química similar a la noradrenalina, se une a receptores de este neurotransmisor cerebral ocasionando alteraciones en la conciencia y en la percepción, principalmente a nivel visual. Aunque gran parte de los efectos se deben a la mescalina, otros alcaloides contribuyen a que la experiencia con peyote o San Pedro sea diferente a la de la mescalina pura; la peyotina, por ejemplo, presenta efectos narcóticos cuando se consume de forma aislada. Puede producir alucinaciones visuales y auditivas con mucho colorido. No produce adicción psíquica. Los efectos adversos se manifiestan en el aparato respiratorio mediante respiración superficial y rápida con leve sensación de asfixia; en el aparato circulatorio provoca disminución del pulso por alteración del funcionamiento del músculo cardíaco; en el aparato digestivo produce estreñimiento en dosis baja y suprime la sensación de hambre durante el período de la intoxicación. Provoca midriasis y a dosis elevadas produce insomnio, reflejos exagerados y a veces síntomas convulsivos. Las dosis bajas son de 1 a 2 cabezas de peyote; las medias de 3 a 6; y las altas de 7 a 10 cabezas. No hay reportes sobre dosis letales. Las probabilidades de tener una mala reacción a la mescalina aumentan considerablemente en un ambiente estresante. Los efectos secundarios son: ansiedad, malestar estomacal, tensión muscular, dificultad para respirar, sentimiento de pérdida de control, sentimientos de miedo. B. 1.


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